lunes, 1 de febrero de 2010

El Reino de Dios y la Iglesia indestructible.



“Si este consejo o esta obra es de los hombres, se desvanecerá, mas si es de Dios, no la podéis destruir” (Hechos 5.38-39)

El Reino de Dios e la Iglesia indestructible.

“Si este consejo o esta obra es de los hombres, se desvanecerá, mas si es de Dios, no la podéis destruir” (Hechos 5.38-39)

Durante todo el transcurso de la historia, podemos ver diferentes grupos sociales que han surgidos, tales como los hippies, nazis etc., todos como respuestas a un fenómeno social. Vimos su surgimiento, apogeo y decadencia. Sin embargo, cuando pensamos en la Iglesia de Cristo como un grupo de personas, las apreciaciones son diferentes, pues esta no es creada por fenómenos sociales, sino que el propio soberano del universo implantó la comunidad de los santos, no como institución, sino como una fraternidad regida por principios y valores divinos. Por eso no puede ser destruida.

Cuando estudiamos las Sagradas Escrituras, vemos que, en forma transversal la intención de Dios de reconciliarse con su creación. En el Antiguo Testamento podemos observar a YWHW teniendo un relacionamiento especial con su pueblo escogido- Israel-. Al comienzo, después de la caída de Adán, el ser humano perdió totalmente la comunión con Dios, pero el soberano continuaba con su plan de tener un relacionamiento estrecho con la humanidad.

La promesa hecha a Abram (en ese entonces, “Abram y no “Abraham”) de que su descendencia seria numerosa como las estrellas, nos confirma el firme e inmutable deseo de Dios de tener comunión con el ser humano. Podríamos citar decenas de ejemplos bíblicos en los cuales se muestra el interés de Dios en redimir su pueblo, como por ejemplo el rescate de Egipto por la mano de Moisés, el reinado de David, hombre según su corazón, las exhortaciones de los profetas a vivir una vida santa para Dios, las continuas reprensiones al pueblo a través de los exilios etc.

Sin embargo, todo esto era una “sombra de lo que habría de venir”, pues, como bien lo retrata el profeta Isaías, Un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrá límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto (Is. 9.6).

La transgresión cometida por Adán, que sujetó a toda la raza humana a estar destituidos de la gloria de Dios, fue concertada en Cristo, restableciendo de una vez por toda comunión entre la criatura y su creador. Dios reconcilió al mundo consigo mismo en la cruz,(II Cor.5.18-19) y por medio de la fe en este sacrificio vicario, nos tornamos sus hijos, teniendo así el ministerio de la reconciliación.

Para sus hijos, el proprio Cristo dejó una misión, bellamente registrada en los Evangelios, como leemos en Mateos 28.18-20: Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a toda las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí que estoy con vosotros todos los días , hasta el fin del mundo. Amén. Esas mismas palabras podemos oírlas hoy del Cristo resucitado, que nos comisiona a predicar el Evangelio, pues de Él es toda potestad en el cielo y en la tierra, y estará con nosotros hasta el fin del mundo. Como me envió el Padre, así también yo los envío dice Cristo en Juan 20.21. Por eso, de la misma forma que el Mesías anunció reconciliación entre Dios y el hombre, nosotros-criaturas hechas hijos reconciliados-debemos anunciar la paz existente por medio de Cristo. Esa es la tarea de todo cristiano fiel: anunciar la reconciliación y remisión de pecados por medio de Cristo.

Puede parecer que, en pleno siglo XXI no existan lugares donde el Evangelio no haya llegado, pero lamentablemente no es así. Tuve la oportunidad de estar con los indios terenas en Mato Grosso do Sul, Brasil, y ahí, cerca de nosotros, en pleno siglo XXI pude constatar la ignorancia a respecto del Evangelio, y sobre todo, la carencia de doctrina bíblica. Existen decenas de aldeas y pueblos no alcanzados en América del Sur, basta mencionar las tribus amazónicas, los indios peruanos. También, el mundo musulmán es, creo yo, el gran desafío de la Iglesia hoy, así como la China comunista, África con sus selvas vírgenes, y claro, el mundo occidental que, perdido en el ateísmo, agnosticismo y escepticismo necesita ser re-evangelizado.

Conscientes de esta realidad, sin embargo confiados en que Dios promueve y sustenta la Iglesia en el Reino, capacitando a sus participantes, es que nos sentimos amparados para realizar tan sublime tarea de predicar el Evangelio aquí en Chile.

Somos cristianos que pertenecemos a la Iglesia Presbiteriana Renovada (IPR). Nuestra tarea aquí es predicar el Evangelio de una forma singular. Con el apoyo de la IPR de Brasil y principalmente de la MISPA- Misión Priscila e Àquila (órgano de misiones de la IPR) queremos implantar aquí en Chile una Base Misionera y Campo intermediario.

Sabemos que el Reino de Dios reúne y trasciende a las denominaciones y a la geografía, por eso a IPR de Brasil, a través de la MISPA, trabaja con misioneros chilenos, para así cooperar en la expansión del Reino y crecimiento de la Iglesia.

Nuestra finalidad es recibir a candidatos a misiones que tengan un llamando para países de América Latina. Durante un periodo de seis meses a un año, prepararemos al candidato a misiones en el aspecto lingüístico, de contextualización y evangelización. Estamos conscientes del retorno prematuro de misioneros que son enviados sin algún tipo de preparo pre-campo, por eso nuestro deseo es que el futuro misionero esté capacitado para realizar a santa obra de manera eficiente y eficaz donde quiera que esté.

La tarea de la Iglesia es cumplir la misión supra citada de Mateos 28.19-20, y para eso hacemos misiones, esto es, varias formas de llevar el Evangelio. Nuestra forma es preparando al candidato que irá en la línea de frente en el campo aún no alcanzado.

De la misma manera que Dios escogió a David para gobernar Israel, que llamó a Isaías para profetizar y que comisionó a los discípulos en el pasado, así continua convocando a sus hijos para que anuncien sus palabras de salvación.

Cristo comisiona personas.

Aún en una era donde la tecnología avanza a pasos agigantados y parece querer arrebatar tareas que otrora eran exclusivas de personas, el Mesías resucitado comisiona sujetos y no objetos para hacer discípulos en todas las naciones. Movimientos pueden surgir con gran alevosía, pero la Iglesia de Cristo continua adelante, pues este consejo es de Dios, y nadie lo puede destruir.

Si desea mayor información, entre en contacto con nosotros, a través de los siguientes medios:
e-mail: dvidalita@hotmail.com
página web: www.mispa.org.br (Brasil)

Que el Eterno proteja a su Iglesia y la haga crecer en el Reino.
En Él, que nos amó aún no siendo amables.

Daniela Vidal Ruiz
Misionera en Chile.

No hay comentarios:

Publicar un comentario